sábado, 19 de noviembre de 2016
Leones, chernas y pavos
Vértigo
Expropiaciones
Deja vu
Irritantes
Transiciones electorales
Gris opaco
Paz y justicia
Más vale pájaro en mano
Que la minera Lundin abroche pronto la compra de Fruta del Norte es más importante para el Ecuador de lo que muchos pensamos. Como el éxito o fracaso de la minería a gran escala no es tangible hoy para el ciudadano de a pie, solo unos pocos iniciados debaten el tema.
Si se cumplen los pronósticos de sus promotores, Fruta del Norte representará para la economía ecuatoriana miles de millones en inversión. La cifra deriva de un estudio de Amec Foster Wheeler, que sugiere un buen mordisco también para el fisco. Y esto sin contar los anticipos que los negociadores gubernamentales buscarán encajar antes del inicio de la construcción en 2017 y el destrabe de otras importantes negociaciones en curso.
Por eso los que ven el futuro minero del país con buenos ojos trabajan por apurarlo. Pero hay quienes lo ven con suspicacia y en cambio, trabajan por evitarlo. Como nadie es capaz hoy de tangibilizar la eventual minería de mañana, para bien o para mal, la pugna es sobre expectativas. Mirando como llegó Kuczynski a la Presidencia del Perú, luce lógico su “adelanto social”.
El concepto de adelanto social no es más que un anticipo del programa de beneficios ofrecido por la inversión minera a sus poblados vecinos, incluso previo al inicio de la construcción y explotación. Para destrabar conflictos sobre expectativas, llenos de desconfianza, los buenos negociadores afianzan sus ofrecimientos. El equipo de Kuczynski aceptó que los detractores de la minería a gran escala no iban a creer en las bondades ofrecidas viendo casos como Conga, Espinar o Antamina. Por eso ofrecieron afianzar sus ofertas. Como lo prueban varios experimentos (recomiendo “online” el Marshmallow Test de Mischel), los humanos preferimos anticipar las gratificaciones, aunque sepamos que si nos aguantamos los beneficios pueden ser mayores. Preferimos pájaro en mano que ciento volando.
Desconozco aún la reacción a esta sofisticada estratagema por parte del activismo antiminería, como tampoco sé lo que piensa hacer el Gobierno con los impuestos que pronto empezará a encajar
Mala cara
lunes, 29 de agosto de 2016
Idealismo
Dicen que la paz es la excepción y no la regla en la historia de la humanidad. Por eso el mundillo de las relaciones internacionales llama idealistas a quienes creen que las naciones persiguen la cooperación y la paz. Los demás prefieren llamarse realistas.
El acuerdo entre las FARC y el gobierno colombiano nos debe animar a todos a pensar como idealistas. Aunque no está ratificado aún y sus críticos ya protagonizan nuevos conflictos, podemos hacer un balance y sacar provecho del histórico momento.
¿Qué recuerdos y aprendizajes nos deja este conflicto? Los Nobel Kahneman y Tversky mostraron que nuestra memoria no funciona como una película, registrando minutos, horas o días de nuestra vida. La memoria no es un registro continuo sino una colección de momentos. Lo sabe el que desempacando maletas no recuerda ya todas las vacaciones sino solo el accidente o el festejo, la foto familiar, material escaso pero suficiente para producir esa resumida historia que llamamos memoria. Lo sabe también el terrorista que actúa de formas tan espectaculares como desproporcionadas.
El cierre de 50 años de sanguinario conflicto parece ser un momento digno de ensalzar, para fijarlo en la memoria colectiva. Yo voy a celebrar, leer y contar cuanto pueda del esfuerzo y logro de los negociadores. Así me propongo reeditar el recuerdo que guardaré del conflicto y con el mío, el de más personas. Cuando veo los ojos de un niño escuchando una historia, sé que la colombiana es una hazaña, de las que solo pueden ser guiadas por el idealismo.
Por fugaz que parezca la paz, al igual que la felicidad, saber que nuestra memoria está compuesta por momentos nos debe servir para escoger mejor aquello que amerita ser recordado. El conflicto seguirá, renovado y cambiado. Pero el saber que el conflicto predomina no tiene por qué hacernos menos idealistas, sobre todo cuando somos libres de concentrar nuestra atención, nuestra memoria y nuestro esfuerzo hacia el futuro, con una nota más pacífica. Seamos, en fin, a propósito, idealistas, porque nuestras generaciones futuras nos lo agradecerán.
colaboradores@granasa.com.ec
Medallero del escándalo
¿Qué distingue la historia de Phelps fumando marihuana del reciente escándalo olímpico de su compañero nadador? La policía carioca ordenó la detención de Ryan Lochte (6 oros olímpicos) para investigaciones porque sabe que él y tres compañeros mintieron al afirmar que fueron víctimas de un robo violento en Río 2016. Videos de seguridad muestran que los deportistas provocaron desmanes en una gasolinera.
“Más allá de las sensibilidades nacionalistas y de soberanía” que implica para Brasil un escándalo como este, escribe el New York Times como para evadir un tema que ya compromete ministros de Estado, la evolución de la historia muestra cómo colisionan las motivaciones, prejuicios e intereses de personas, empresas, comunidades y Estados.
Los auspiciantes pierden reputación y ventas cuando sus deportistas dejan de ser ejemplos para la sociedad. Pero solo hasta ahí los parecidos con la pipa de Phelps. Lochte y sus amigos mancharon la organización brasileña, acusaron de inseguro a Río, a las autoridades de irresponsables y a la policía de ineficiente, metiendo a muchos en la colada.
La policía exige ahora disculpas, los cariocas reclaman que a ellos les toca seguir regateando día a día con la violencia. Otros ven la mentira como una afrenta en las primeras olimpiadas de la historia en Latinoamérica; el Comité Olímpico trata de justificar un “desliz...”.
Sin videos de seguridad circulando en redes y haciendo noticia rápidamente sobre los atletas borrachos, la versión de Lochte se habría convertido en la verdad.
Así es como se resuelven los asuntos de interés público en nuestras mediáticas sociedades. Varias narrativas colisionan ante la opinión pública y quien mejor cuenta la suya, zanja las cosas a su favor. Puede ser la pugna hebreo-palestina, Venezuela queriendo dirigir Mercosur, o una contienda electoral. Lo que me trae a preguntarme ¿quién contará la mejor historia en los próximos meses en Ecuador, “ad portas” de una elección presidencial?
Aquí también, ya aparecerán reveladores videos.
Publicado en Expreso
martes, 16 de agosto de 2016
Caballos de Troya
Los proyectos de ley económicos urgentes son un caballo de Troya. Sin recurso a esa modalidad de trámite legislativo y a otro par de estratagemas, hoy no serían ley muchas cosas que lo son.
Con la presentación el lunes del denominado Proyecto de Ley de Incentivos Tributarios vamos al tercer trámite económico urgente del año. Bajo ese mismo régimen se aprobaron dos leyes en 2015 y tres en 2014. Antes de 2014 otras tantas. Si lo vemos como indicador, un promedio grueso nos dice que vivimos desde hace casi una década bajo urgencias económicas.
El corto plazo, propio del trámite económico urgente, limita oportunidades de debate público, favoreciendo el factor sorpresa. A lo largo de un mesesito debe reunirse el Consejo Legislativo y calificar el proyecto, remitirlo a una comisión, reunirse la comisión y armar un informe para debate en el pleno, luego de lo cual regresa lo debatido a la comisión, se adecúa allí para un segundo y último debate plenario, antes de irse en busca del veto presidencial.
En los proyectos económicos urgentes se han incorporado también propuestas de legisladores gobiernistas, adornando el texto original con funcionales y oportunas ideas de última hora. Así entró en vigencia la obligación de que los abogados reporten los vehículos “offshore” que estructuran o administran para sus clientes (2016), se amplió el ICE a todas las bebidas azucaradas (2016), se quitó la exoneración de IVA para Asociaciones Público Privadas (2015), entre algunas cositas más.
En ciertos casos fueron también suspendidas las sesiones de segundo y último debate para realizar cambios de última hora, remitir por correo a los legisladores una nueva versión y pasar de inmediato a votación -todo en escasos minutos-.
Tramitar tantas leyes como económicas urgentes, agregar una u otra cosita durante el mes del atribulado plazo de trámite, o modificar un proyecto durante el segundo debate y a minutos de la votación, hacen que estos caballitos de Troya sean el vehículo perfecto para las sorpresas políticas
Conveniencia
Muchos de ustedes seguramente usan Facebook o Twitter. Casi todos hacen sus búsquedas y absuelven sus dudas gracias a Google. ¿Pero cuántos de ustedes se detuvieron a pensar en el contrato que tienen firmado con cada una de esas empresas para usar sus servicios? ¿Han pensado si se sienten cómodos con los términos que las compañías imponen para ofrecer tanta maravilla? Porque nada en la vida es gratis y algo estamos entregando a cambio de tener al día nuestras redes sociales, por dar un ejemplo.
Muy pocos de quienes me leen han pensado en esto, justamente porque el increíble éxito de esos servicios deriva de su cómodo uso. Ni siquiera nos damos cuenta cuando los usamos, incluso si debemos pagar para ello. Si Uber no simplificara tan brutalmente el uso de taxis o Airnbnb no hiciera lo propio con los alquileres turísticos, no hubieran crecido como lo han hecho, quizá incluso ni existieran; hacen todo más sencillo, más económico, pero sobre todo más conveniente. Igual pasa con las tarjetas de crédito pues entre más cómodo es usarlas, más lo hacemos y menos medimos lo que gastamos. Es el viejo “convenience” gringo llevado a su más moderna expresión.
Si traspolamos los ejemplos anteriores a lo que pasa en nuestro Gobierno y en la relación que como ciudadanos tenemos con él, surgen preguntas simpáticas. ¿Cómo tendría que organizarse el Gobierno para que la gente no sienta el peso de la ineficiencia burocrática? ¿Cómo tendría que modernizarse y optimizarse la política fiscal para que ciudadanos y empresas ni siquiera sientan cuando pagan sus impuestos? Es verdad que circulamos convenientemente por veredas o calles y que lo hacemos sin conciencia de que se trata de un servicio público. Parece entonces haber ejemplos de que la conveniencia sí aplica como objetivo del quehacer público.
Pero nos seguimos encontrando con calles sobretraficadas, malas veredas, transporte público mediocre, servicios médicos con trámites vergonzosamente engorrosos y políticos que a la postre, parecen ignorar para lo que fueron elegidos: para hacer más conveniente y llevadera la vida en sociedad.
Concurso de simpatía
No hace falta salir de nuestras casas para escuchar opiniones políticas distintas. Es la marca de la modernidad. Es también la marca de muchas otras cosas, entre ellas y según el prisma con que se mire, del nivel de ingreso, del lugar de nacimiento o de los panas que cada quien frecuenta.
Mark Penn, en un análisis sobre EE. UU., identificó que en regla general las personas con altos ingresos concentran sus preocupaciones políticas en la personalidad, el estilo de vida y el tipo de liderazgo de los candidatos; en cambio, las personas con menores ingresos, la mayoría de la población, se preocupan por los servicios públicos y por qué tanto queda en su bolsillo al final del día. Aunque modelos como este son odiosos porque simplifican la realidad y pueden contradecir tesis generalizadas, como la del electorado ignorante, acordemos que no significan lo mismo una buena política de educación o de subsidios de salud para el rico que para el pobre.
Quizá por eso vemos que asesores políticos como Durán Barba sugieren a candidatos como Rodas o Macri, en las capitales de la región, concentrarse en el “look”, la mascota y en un mensaje “light” que cae simpático, para liderar sin visibilizar la conflictividad social y los complejos desafíos de la administración pública. Las capitales concentran los mayores ingresos de cada país, por lo que resulta lógico que los votos de clase media y alta se preocupen allí menos de los subsidios y más del estilo de liderazgo.
Cuando Correa ganó la Presidencia, su plataforma visibilizó diferencias de ingreso, enfatizó la mejora de los servicios públicos y programas sociales -capturó un gran electorado sin recurso al estilo “light”. Para mantener ese electorado debió sostener e incrementar programas sociales e ingreso disponible de los hogares, pero su tendencia de éxito electoral fue menos marcada en las ciudades, donde el nivel de ingreso se incrementó rápidamente. Grandes electorados urbanos, perspectivas económicas cuya resolución no es de fácil venta política y sin plata para más inversión social, febrero de 2017 nos puede traer un concurso de simpatía
Proyectos urbanos
No soy fanático de Rodas, quien tiene pendientes a diestra y siniestra con sus electores, pero su equipo acierta en este tema: el Municipio de Quito ha decidido sentarse con la comunidad y escuchar su opinión sobre los grandes proyectos que le atañen.
Esta semana arrancó en la capital un proceso formal de mediación entre el Municipio y los ciudadanos interesados sobre la solución vial Guayasamín. Quienes facilitan las reuniones son profesionales de la San Francisco y la UDLA, respectivamente. En la primera reunión ya quedó en evidencia que los conflictos urbanos tienen sus características propias y que este ejercicio servirá para que mediadores e involucrados en proyectos de infraestructura urbana adquieran un “know how” especializado.
Lo bueno: en el Ecuador de hoy a ningún político se le ocurriría someterse al escrutinio social por cada proyecto de envergadura. Enfrentarse con cientos de detractores de un proyecto y atender, con la ayuda de mediadores, la avalancha de quejas es algo digno de felicitar. Estos esfuerzos permitirán reformas a nuestra anticuada legislación ambiental, haciéndola -ojalá- reconocer que el impacto de proyectos y su eventual licenciamiento es hoy menos relativo a pajaritos y plantas y lo es más al entorno y convivir urbano: 70 % de la gente vive en ciudades.
Lo malo: el Municipio no arrancó los diálogos hasta tener el proyecto definitivo e incluso, luego de contratada la obra.
La vanguardia en esta materia integra mediaciones y negociaciones asistidas como parte de la planificación de proyectos. Sin eso, como ya lo vive Nueva York desde hace décadas, por citar solo un ejemplo, decenas de proyectos son abortados.
La cultura política en nuestro país ha sido imbuida de altísimas dosis de conflictividad en los últimos años. Enhorabuena aparecen esfuerzos como este que de ser exitosos, marcan la pauta de cómo puede cambiar la cosa. Hubieran sido y son necesarios para obras como el nuevo puente entre Guayaquil y Samborondón, la aerovía, los Quitocables, el Metro, el distribuidor de la Granados, el tranvía de Cuenca, entre muchos más.
Costosos arreglos
3.000 millones de dólares dijo el presidente que costaría para Ecuador el terremoto cuando hizo un primer balance. 10.000 millones fue la estimación inicial de Volkswagen sobre lo que costaría resarcirse ante la fe pública luego de trucar sus motores. No ha dicho aún el alcalde Rodas cuánto le costará a los quiteños resolver las minicrisis de Quitocables y de la solución vial Guayasamín.
Contar con protocolos de crisis y seguros es la forma más razonable de enfrentar contingencias. Pero no es igual asegurar ante siniestros un edificio o una planta, que hacer lo propio con un proyecto, un recurso natural, una marca, ni se diga con la fe pública.
¿Qué tan fácil es valorar el costo ambiental de un derrame? ¿Cómo se cuantifica el daño a la salud de una comunidad, el efecto psicológico de un desastre y cómo se lo pondera entre los más y los menos afectados? ¿Cómo se valora la credibilidad? O ¿cómo se negocian las cosas más difíciles de valorar cuando se presenta una crisis?
Ante exigencias complejas y altamente subjetivas, los interesados se apresuran a posicionar una cifra del costo estimado de resarcir, compensar o de recuperarse de una crisis. Así lo hicieron el presidente Correa, Volkswagen, Odebrecht y otros cientos. Es seguro que esas cifras fueron sobredimensionadas, para arriba o para abajo, según los casos. A falta de referencias objetivas, quien mejor sustenta su cifra crea un punto de referencia para todas las negociaciones ulteriores. Y esto a pesar de que legisladores y jueces andan buscando criterios objetivos, algunos de los cuales en nuestro país vendrán en el nuevo Código de Ambiente.
Lo que se ve poco son esfuerzos para no llegar a ese costoso y atribulado regateo. Prevenir y administrar las crisis y los desastres de manera inteligente parte de verlas como inevitables e incluso como oportunidades: que su efecto sea lo más cercano a una consecuencia normal de la operación.
Es mejor disponer de planes y marcos de negociación asistida, como los que han permitido a empresas y gobiernos de avanzada administrar el costo del conflicto, de la polémica, del oportunismo y de la arbitrariedad.
sábado, 23 de julio de 2016
Democracia hoy
miércoles, 13 de julio de 2016
Espejos
Presente continuo
De Gutenberg a Zuckerberg
sábado, 18 de junio de 2016
Tráfico de influencia II
Ahora que está de moda el tráfico de influencia, vale preguntarse qué mismo es y cómo funciona. El primer término está claro: tráfico es una transacción ilegal. ¿Pero ¿qué es la influencia? Por ignorarlo podemos estar contribuyendo a desdibujar la diferencia entre personas influyentes y los que son solo traficantes.
Organizaciones de todo tipo buscan incrementar su influencia para apuntalar sus iniciativas. La influencia bien entendida da lugar a un legítimo servicio. Influir positivamente (como le llamaba Carnegie) en las decisiones de consumidores, competidores, electores o autoridades es un imperativo para cualquiera que lidera proyectos que buscan ser exitosos. Influir significa producir decisiones, lograr adhesión a un curso de acción deseado.
Tener plata no es lo mismo que tener influencia, como nos mostraron Alvarito y Correa en 2007. La plata es funcional pero no sustancial para el influyente. Aunque suena a mafia, fueron respetables economistas los que sugirieron medir la influencia de alguien por su capacidad para ayudar o dañar a otros. Bajo esa interpretación, son influyentes quienes manejan presupuestos de compras en empresas y gobierno, pues deciden sobre el éxito o fracaso de proveedores. Esa mal entendida influencia es de mecha corta y termina mal, como lo vemos en la FIFA, entre nuestros gobiernos e incluso en empresas privadas.
Los más nuevos descubrimientos relacionan a la influencia con la orientación. En MIT, Alex Pentland usa dispositivos tecnológicos para entender el funcionamiento de las redes entre humanos y entre organizaciones, y mide con exactitud esa relación. Las personas influyentes son las que son capaces de orientar sus redes sociales: las orientan con su conversación, con su gesticulación, con sus ideas y proyectos; las orientan y conducen hacia determinados objetivos.
Por eso sugiero desconfiar la próxima vez que alguien ofrezca su influencia para orientar solo dólares ajenos, por más que sean billones. Quien lea esta nota sabrá que muy probablemente no le están vendiendo influencia. Si paga, ya sabe lo que está recibiendo.
Pague 12 lleve 2
Cuando compramos en mayo lo que podíamos comprar después e identificamos como pérdida o ganancia unos dolaritos, estamos haciendo cuentas mentales. Al ser cientos de esas operaciones las que hacemos diariamente, nos creemos duchos, pero la evidencia nos dice lo contrario.
A todos nos duele más gastar 10 dólares ganados con nuestro trabajo que el mismo billete cuando aparece en el bolsillo del pantalón. Sin importar de dónde provienen, contablemente son 10 dólares, por lo que asignarles usos diferentes no tiene nada de racional. Tampoco lo tiene que estemos dispuestos a pagar más cara la misma radio o alfombra si estamos comprándola junto a un carro o a una casa, respectivamente, que por separado. Aunque creemos que tomamos decisiones racionales, décadas de experimentos y varios Premios Nobel mediando, sabemos hoy que no siempre es así.
Enhorabuena dentro de nuestra irracionalidad también hay certezas: una importante es que aborrecemos perder un dólar más de lo que disfrutamos ganarlo. Otra, que nuestra mente procesa incrementos o decrementos sobre un valor de referencia, prefiriendo cálculos relativos que absolutos.
Como el SRI afirma que en mayo recaudó bastante más por IVA que en los meses anteriores, recordé estas reglas que cualquier atento lector sabrá aprovechar en sus negociaciones, tanto como lo ha hecho el Gobierno al diseñar e impulsar la ley.
Todos quienes decidimos “ahorrar” dos puntos de IVA contabilizamos mentalmente una eventual pérdida y comparamos un estado futuro con el estado actual. Pagamos doce puntos por ahorrar dos, en un momento de escasa liquidez, por ponerlo de alguna forma.
Podemos evaluar juntos si el Estado, las empresas o los ciudadanos hicieron el mejor negocio. En un año, cuando se supone que se revertirán los dos puntos adicionales del IVA, veremos si estamos más afinados con nuestras cuentas mentales.
jueves, 9 de junio de 2016
Quien cabecea
El anunciado reenvío de la Ley de Herencia y Plusvalía es un centro a la oposición. Ignoro si es a propósito, como desconozco también si Rafael Correa conversó con algún político dispuesto a cabecear ese centro. Lo que sí es claro es que el anuncio no luce como un centro para sus propios candidatos.
Sabemos que en 2015 ese mismo anuncio tuvo un severo efecto en la economía. Repetir la jugada difícilmente producirá un resultado distinto en 2016. El presidente debe estar consciente de que su anuncio no revertirá la tendencia de desaceleración de la economía. Y, como lo saben los políticos, el estado de la economía tiene un enorme efecto sobre las preferencias electorales.
En Political Control of the Economy, Edward Tufte registra y analiza datos de decenas de elecciones y concluye que los candidatos gobernantes y sus partidos solo ganan reelecciones cuando en el periodo preelectoral y electoral logran incrementar el ingreso disponible de los hogares.
Aunque no hay estudios sobre esto, la evidencia parecería mostrar que el Gobierno logró poner recursos en los bolsillos de los votantes en los últimos años, apuntalando así sus recurrentes éxitos electorales.
Pero en este año y el siguiente será difícil para el Gobierno repetir la hazaña. Como el anuncio de reenvío de la ley no va a enderezar la tendencia económica, es posible especular sobre las dificultades que enfrentará él régimen para preparar a sus electores con buenas noticias económicas. De allí que no es descabellado ver a la ley como un autogol para Alianza País y un centro para la oposición. Habrá que esperar para saber quién se anima y corre a buscar el centro, o si el tema ya está hablado con alguien.
Hecho el argumento electoral, atraigo la atención sobre un simpático detalle que se le está pasando por alto a los observadores políticos. Es como si nadie hubiese notado que con el anuncio del presidente desaparecieron del debate público, de las mesas editoriales y de las mesas de chisme, los temas de corrupción que tanta viada venían agarrando desde la filtración de los ‘Panama Papers’.
Tráfico de influencia
Me tocó sentarme, hace poco tiempo, junto a un funcionario de gobierno en un vuelo entre Quito y Guayaquil.
A propósito de la reciente acusación por tráfico de influencia contra un exgerente de Petroecuador, recordé esa conversación en la que me quisieron convencer de que “lobbying” y tráfico de influencias son lo mismo.
Estudié y trabajé en Bruselas, donde convergen y son representados ante las instituciones europeas, de manera profesional, los intereses de sindicatos, organizaciones no gubernamentales, empresas, gremios, regiones y Estados varios. Por eso, cuando escuché al funcionario gobiernista declarar que el representar legítimos intereses ante las autoridades constituye tráfico de influencias, casi me caigo como Condorito.
Porque lo sé de primera mano, traté de explicarle la diferencia que existe entre una y otra cosa. Pero cada ladrón juzga por su condición.
Ante cualquier institución pública del mundo, los ciudadanos, ya sea solos o agrupados, tienen derecho a peticionar a las autoridades y a recibir respuestas motivadas.
Nuestras Constitución y legislación dan luces sobre estas cosas, bastante en fase con legislaciones foráneas, incluso con aquellas que han normado específicamente el “lobbying”.
Porque tenemos derechos como los de petición o de participación ciudadana, el “lobbying” bien hecho es legal. Se distingue del tráfico de influencias y se distancia del cohecho, de la concusión o del peculado, que son algunos de los “tipos” de servicio que los oportunistas ofrecen a algunos cándidos clientes.
Contar lo que dicen las leyes de otros lados para distinguir al cabildero formal del oportunista, o describir las metodologías del especialista y su diferencia con el proceder del primo, del ñaño, del estudio jurídico de moda, o del mismo político, queda para otra nota.
Pero es claro que confundir lo legal con lo ilegal, o lo legítimo con lo ilegítimo, solo sirve para la proliferación de oportunistas.
Declarar residencia
Hace pocos días y de este lado del charco, varios políticos viralizaron sus aprehensiones sobre el registro de residencia introducido por la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, aprobada el jueves en la Asamblea (Reformatoria Tercera). Nadie anotó que hoy en día ya se declara en Ecuador residencia para la cédula, para la licencia, para el padrón electoral y para un sinnúmero de motivos públicos y privados adicionales.
Me revelo como puedo contra toda forma de comprometer mis datos personales, pero reconozco también que algunas de estas cosas están dispuestas por leyes vigentes por años y que la tendencia global es que gobierno y empresa compitan en el esfuerzo por capturar cada vez más información de las personas.
En todas partes, activistas políticos confrontan posiciones sobre la privacidad o publicidad que debe caracterizar a la información personal. En nuestro país, el Gobierno de la revolución ciudadana ha propiciado sistemas de captura, manejo de información y planificación centralizada.
Me abstraigo de discutir aquí los fines políticos: la experiencia muestra que entre medios y fines se despliega un enorme territorio lleno de obstáculos, riesgos y definiciones.
Para sorpresa mía y de quienes lleguen conmigo a esta parte de la reflexión, a juzgar por los eventos terroristas de los últimos meses, en la búsqueda de equidad y paz social, a Bélgica no le sirvió de nada la obligación de registro centralizado de sus nacionales y extranjeros.
sábado, 7 de mayo de 2016
Yo hago el café
Él prepara el café, ella el desayuno; uno pone la mesa y el otro mira a los niños. La imagen de la pareja que se reparte las tareas es conocida por todos y según el INEC, grafica la realidad del 52,9 % de ecuatorianos -sumando casados y unidos.
Imaginemos ahora que Juan y María, quienes son pareja, están en habitaciones independientes y le pedimos a cada uno de ellos que calcule y anote cuál es el porcentaje de las tareas hogareñas que normalmente hace. El experimento es real y el resultado sorprendente. La sumatoria de los porcentajes anotados por los dos (lo que Juan piensa que hace, más lo que María está convencida que hace) supera siempre el 100 % y a veces incluso se acerca a un 200 % (¡200 % de las tareas del hogar!).
Así es nuestra psiquis. Pensamos más y mejor sobre nosotros y lo que hacemos, que sobre lo que hacen otros, incluso nuestros seres queridos. Por eso es bueno conocer esta regla de psicología del comportamiento, porque al igual que en el hogar, negociando adquisiciones o fusiones de empresas, resolviendo crisis humanitarias o conflictos políticos, somos presa de sesgos como este. Ignorarlos, obviamente, limita las posibilidades de cooperación, sinergia y creación de valor.
Lo vemos en nuestra cotidianidad. La ayuda a las víctimas del terremoto de Pedernales alimenta desde hace semanas un debate sobre el rol que jugó Juan o María. La conversación termina frecuentemente en un regateo entre quienes creen que el sector privado y la filantropía hicieron o hacen más que el Gobierno, y viceversa.
Igual que en el caso de Juan y María, si preguntamos por separado al Gobierno y al sector privado o a los socios que están negociando su inversión en un nuevo proyecto, todos valoran con superioridad su rol frente al de la contraparte.
Por suerte, las parejas de un hogar feliz se han tomado el trabajo de conocerse, de construir confianza, y hablan para calibrar las expectativas y realidades de lo que el uno y el otro puede hacer mejor. Así es como se crea valor.
lunes, 2 de mayo de 2016
Ociosos
Solidaridad y asociaciones mentales
viernes, 15 de abril de 2016
Urgente vendo
domingo, 10 de abril de 2016
Whatsapp con Mossack Fonseca
Qué sorpresa nos hemos llevado todos con el caso de Mossack Fonseca. Si existen ilícitos, ilegítimos procederes o, simplemente, un nuevo episodio para nuestra sed de escándalo es algo que discutiremos algún rato. Mi pregunta es más bien ¿qué tan previsible era todo esto? En su descargo público de recomendada lectura, la firma panameña cuenta la historia de una intachable trayectoria de 40 años. Es claro que hasta hace una semana ellos se sentían infalibles.
En su libro Blind Spot, el profesor Max Bazerman describe los errores que cometen (sobre todo) los ejecutivos exitosos cuando concentrados en sus logros y en sus proyectos futuros, empiezan a desatender contingencias que pueden tirar abajo todo. Su reputación, sus activos más tangibles, su patrimonio, su futuro e incluso el de sus organizaciones.
Blind spot significa punto ciego en español. Y es justamente un punto ciego aquel que los gobiernos, las grandes corporaciones y fortunas crean cuando encargan sin beneficio de inventario el manejo de su información sensible a terceros. Invierten billones de dólares en la protección de datos dentro de sus fronteras organizacionales, para luego entregar esos datos, cándidamente, a proveedores externos como Mossack Fonseca.
La creciente reivindicación de transparencia propia de nuestros días rompió el eslabón más débil. Si por unos años Mossack Fonseca parecía todopoderoso en el mercado de servicios corporativos, hoy quedan solo dudas. Gobiernos, empresas y familias que se toman la molestia de invertir ingentes recursos en el manejo de su información -desde antivirus hasta sofisticados vehículos legales-, no se aseguran de que sus proveedores de confianza sigan los mismos protocolos.
Solo quienes andan de vacaciones habrán dejado de notar que Whatsapp lanzó en esta misma semana su última actualización: encriptación de extremo a extremo para todos sus chats. El sofisticado nombre y la descripción técnica convencerán a la mayor parte del billón de usuarios de la plataforma gratuita. Pero si falló Mossack Fonseca para quienes pagaron millones, ¡vaya usted a saber!