martes, 16 de agosto de 2016

Concurso de simpatía

No hace falta salir de nuestras casas para escuchar opiniones políticas distintas. Es la marca de la modernidad. Es también la marca de muchas otras cosas, entre ellas y según el prisma con que se mire, del nivel de ingreso, del lugar de nacimiento o de los panas que cada quien frecuenta.

Mark Penn, en un análisis sobre EE. UU., identificó que en regla general las personas con altos ingresos concentran sus preocupaciones políticas en la personalidad, el estilo de vida y el tipo de liderazgo de los candidatos; en cambio, las personas con menores ingresos, la mayoría de la población, se preocupan por los servicios públicos y por qué tanto queda en su bolsillo al final del día. Aunque modelos como este son odiosos porque simplifican la realidad y pueden contradecir tesis generalizadas, como la del electorado ignorante, acordemos que no significan lo mismo una buena política de educación o de subsidios de salud para el rico que para el pobre.

Quizá por eso vemos que asesores políticos como Durán Barba sugieren a candidatos como Rodas o Macri, en las capitales de la región, concentrarse en el “look”, la mascota y en un mensaje “light” que cae simpático, para liderar sin visibilizar la conflictividad social y los complejos desafíos de la administración pública. Las capitales concentran los mayores ingresos de cada país, por lo que resulta lógico que los votos de clase media y alta se preocupen allí menos de los subsidios y más del estilo de liderazgo.

Cuando Correa ganó la Presidencia, su plataforma visibilizó diferencias de ingreso, enfatizó la mejora de los servicios públicos y programas sociales -capturó un gran electorado sin recurso al estilo “light”. Para mantener ese electorado debió sostener e incrementar programas sociales e ingreso disponible de los hogares, pero su tendencia de éxito electoral fue menos marcada en las ciudades, donde el nivel de ingreso se incrementó rápidamente. Grandes electorados urbanos, perspectivas económicas cuya resolución no es de fácil venta política y sin plata para más inversión social, febrero de 2017 nos puede traer un concurso de simpatía

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