jueves, 27 de abril de 2017

Arrastrados por la propaganda

Una bola grande se acerca a una pequeña; la bola pequeña se mueve antes de que la grande la toque. Se repite el patrón un par de veces, hasta que termina el experimento y los observadores consideran que la bola grande estaba persiguiendo, molestando o atacando a la pequeña.

Los humanos inventamos causas y roles incluso cuando lo que tenemos en frente son simples movimientos aleatorios y no fenómenos causales. Percibimos y les atribuimos carácter humano a objetos inertes, al punto que del experimento recordaremos la historia de dos bolas: la villana y la víctima.

Limitadísimamente relatado, este experimento de mediados del siglo pasado explica en parte la aberrante polarización que vivimos en estos días en nuestro país y en el mundo. Queramos o no, líderes, grupos e individuos estamos constantemente atribuyéndonos etiquetas de héroes y villanos, los unos a los otros. Somos como las bolas del experimento: pasiva e inevitablemente somos arrastrados en algún rol o bando, sin causa real.

Me niego a ver en blanco y negro lo que sucede a nuestro alrededor, desde la perspectiva y en los términos convenientes para grupos políticos opuestos. Debemos ser millones los que tenemos preferencias que no son (ni podrían ser) representadas adecuadamente por la burda simplicidad de un ambiente polarizado -aquel que se caracteriza por etiquetas y roles de propaganda.

Cuando se conforman grupos, automáticamente se hacen de identidad propia, refuerzan la diferenciación y desmejoran cualquier posibilidad de negociación y acuerdo. Toda oferta o demanda es percibida como afrenta, lo que conduce a respuestas extremas y a mayor conflicto. Daniel Shapiro llama mente tribal a esta tara heredada de nuestros ancestros. La vemos en los liderazgos islamistas, cuando diferenciamos sector privado de sector público o al pobre del rico. Las identidades crean roles y suponen causas de diferenciación, aunque eso generalmente sea solo una ficción.

Curiosa y paradójicamente, las más nuevas investigaciones dicen que lo que nos separa de otros animales no es la inteligencia, tanto como la capacidad de cooperar.

jueves, 13 de abril de 2017

Oraculo

Quien ganó las elecciones? Al lado de los resultados oficiales convive aún la pugna y la expectativa sobre qué pasará con impugnaciones, protestas y....cuál es el próximo gobierno. 

Ni Guatemala ni Guatepeor

Mañana voy a votar y coincidentemente encontré hoy un cuaderno viejo en el que hace algunos años ya, anoté mis dichos populares favoritos. Como un rayo de inspiración, algunos guiarán mi voto mañana. Por eso los empecé a transcribir nuevamente para compartirlos con ustedes y leerlos camino a las urnas. Son tan sabios los proverbios que los dejo a su propia interpretación. Al que le caiga el guante que se lo chante.

Negociarán

Los que entran en política deben saber que a veces ganan y a veces no, porque la política es una permanente negociación. Esta última metáfora fue acuñada por quien luego de pasar por la guerrilla se integró al sistema institucional de su país y llegó hasta la Presidencia, de donde proviene su autoridad en la materia: el expresidente Mujica.

Contando votos


Observadores de todos los colores despotrican por la conformación de la Asamblea, mientras los políticos se declaran perjudicados por los resultados. En una campaña en la que el electorado valora la palabra cambio, con frecuencia respondo preguntas sobre cuáles cambios serán posibles y cuáles no, con la nueva conformación legislativa.
No hacen falta los mismos votos para declarar loco al presidente que para enmendar la Constitución o solicitar muerte cruzada. Pero la duda más frecuente es cómo se ordenarían los votos de PAIS y de la oposición para revisar las piezas legislativas del entramado correísta.

Ojo con los románticos

No es lo mismo que un candidato hable de competitividad y eficiencia que de la madre patria o del añorado pasado.
Las palabras propias del lenguaje racional-conceptual, como la eficiencia, la competitividad, el mercado o incluso el bienestar económico, corresponden a lo que antiguos filósofos llamaban tópicos clásicos. Como lo descubrieron hace 2500 años los estudiosos de la argumentación, las expresiones lógicas y cuantificables no movilizan a sus audiencias.

Datos abiertos

Los casos de FIFA, Samsung, Odebrecht, Petroecuador, Vaticano, Mossack Fonseca, la Casa Blanca (todas las semanas del último mes y medio), Megamaq, Caminosca o Uber enseñan que sus responsables no pudieron contener el acceso a cierta información. Porque alguien pudo encontrar la punta del ovillo y jalando, jalando, logró llegar al meollo de algún escabroso asunto que reclamaba escrutinio público. Como dicen, tarde o temprano, “todo se sabe”.
En ese contexto celebremos que mañana es el Día Mundial de los Datos Abiertos. Expertos de todo el mundo propondrán -con inusitada tecnología- nuevas y mejores formas para exigir y aprovechar que toda la información que debe ser pública, se entregue de forma irrestricta, ágil y útil. Celebremos el trabajo de la gente detrás del acceso a la información, desde periodistas hasta informáticos que procesan los datos que ya son abiertos y que exigen la apertura de más información.
En Quito habrá hoy un importante evento sobre el tema. Propongo solo ejemplos que pueden ayudar a medir su éxito: que el Gobierno divulgue, sin excepción de modalidades, las bases de datos de contratación pública o que la Legislatura publique todas las declaraciones patrimoniales que deberían estar disponibles “online” si no fuera por una frágil argumentación legal. Que se sustituyan los famosos PDF y XLS por formatos consumibles por sistemas automatizados. Que se ejecute, en fin, el ambicioso Plan Nacional de Gobierno Electrónico que duerme el sueño de los justos -con las honrosas excepciones de siempre.
Exijamos que la información de instituciones y funcionarios públicos, así como de otras organizaciones y líderes que deben la legitimidad de sus decisiones a un cierto grado de escrutinio público, sean tan transparentemente asequibles, como su información privada les sea respetada.
En nuestra era, solo trazando una línea clara entre publicidad y privacidad de la información podremos alcanzar mejores estadios en aquellos ideales de libertad, equidad o ética pública, que a veces parecen solo ruido, pero cuyas aplicaciones prácticas determinan nuestro día a día.