Mañana voy a votar y coincidentemente encontré hoy un cuaderno viejo en el que hace algunos años ya, anoté mis dichos populares favoritos. Como un rayo de inspiración, algunos guiarán mi voto mañana. Por eso los empecé a transcribir nuevamente para compartirlos con ustedes y leerlos camino a las urnas. Son tan sabios los proverbios que los dejo a su propia interpretación. Al que le caiga el guante que se lo chante.
A los candidatos pediré antes de marcar mi voto: dime de qué presumes y te diré lo que te falta, porque el que mucho habla mucho yerra. Andá a cantarle a Gardel, o con menos fanfarria, a otro perro con ese hueso. Teniendo claro que a palabras necias, oídos sordos, no olvidaré al consignar mi voto que cuando el río suena, es porque piedras trae, y que el que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen -como el zorro que pierde el pelo, pero no las mañas.
Imaginando la papeleta electoral me han parecido buenos estos: dos son compañía, tres son multitud, y donde manda capitán, no manda marinero. Porque ojo: el que no corre, vuela; el que calla, otorga, y aunque la mona se vista de seda mona se queda. Cuando ponga la línea en el recuadro pensaré: más vale curarse en salud.
Ante tanta denuncia de corrupción yo pienso que es mejor que salgan los trapitos al sol a que se laven casa adentro. Creo haber visto que ni están todos los que son ni son todos los que están. Dirán que en la casa del jabonero el que no cae resbala, a lo que yo respondo que donde se come no se cag... y que estemos pilas con la Asamblea en estos días porque hecha la ley, hecha la trampa.
Por último, como todo lo que sube tiene que bajar, sobre todo cuando pasa el tiempo de vacas gordas, me digo a mí mismo en son de verso popular: del agua mansa líbrame Dios, que de la brava me libro yo.
Así, pido excusa a los que quieren ver sangre en estos días porque mi columna solo les sirve para relamerse en su interpretación: mi voto está decidido y espero que con este saber popular, el suyo también.
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