Cuando compramos en mayo lo que podíamos comprar después e identificamos como pérdida o ganancia unos dolaritos, estamos haciendo cuentas mentales. Al ser cientos de esas operaciones las que hacemos diariamente, nos creemos duchos, pero la evidencia nos dice lo contrario.
A todos nos duele más gastar 10 dólares ganados con nuestro trabajo que el mismo billete cuando aparece en el bolsillo del pantalón. Sin importar de dónde provienen, contablemente son 10 dólares, por lo que asignarles usos diferentes no tiene nada de racional. Tampoco lo tiene que estemos dispuestos a pagar más cara la misma radio o alfombra si estamos comprándola junto a un carro o a una casa, respectivamente, que por separado. Aunque creemos que tomamos decisiones racionales, décadas de experimentos y varios Premios Nobel mediando, sabemos hoy que no siempre es así.
Enhorabuena dentro de nuestra irracionalidad también hay certezas: una importante es que aborrecemos perder un dólar más de lo que disfrutamos ganarlo. Otra, que nuestra mente procesa incrementos o decrementos sobre un valor de referencia, prefiriendo cálculos relativos que absolutos.
Como el SRI afirma que en mayo recaudó bastante más por IVA que en los meses anteriores, recordé estas reglas que cualquier atento lector sabrá aprovechar en sus negociaciones, tanto como lo ha hecho el Gobierno al diseñar e impulsar la ley.
Todos quienes decidimos “ahorrar” dos puntos de IVA contabilizamos mentalmente una eventual pérdida y comparamos un estado futuro con el estado actual. Pagamos doce puntos por ahorrar dos, en un momento de escasa liquidez, por ponerlo de alguna forma.
Podemos evaluar juntos si el Estado, las empresas o los ciudadanos hicieron el mejor negocio. En un año, cuando se supone que se revertirán los dos puntos adicionales del IVA, veremos si estamos más afinados con nuestras cuentas mentales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario