Qué sorpresa nos hemos llevado todos con el caso de Mossack Fonseca. Si existen ilícitos, ilegítimos procederes o, simplemente, un nuevo episodio para nuestra sed de escándalo es algo que discutiremos algún rato. Mi pregunta es más bien ¿qué tan previsible era todo esto? En su descargo público de recomendada lectura, la firma panameña cuenta la historia de una intachable trayectoria de 40 años. Es claro que hasta hace una semana ellos se sentían infalibles.
En su libro Blind Spot, el profesor Max Bazerman describe los errores que cometen (sobre todo) los ejecutivos exitosos cuando concentrados en sus logros y en sus proyectos futuros, empiezan a desatender contingencias que pueden tirar abajo todo. Su reputación, sus activos más tangibles, su patrimonio, su futuro e incluso el de sus organizaciones.
Blind spot significa punto ciego en español. Y es justamente un punto ciego aquel que los gobiernos, las grandes corporaciones y fortunas crean cuando encargan sin beneficio de inventario el manejo de su información sensible a terceros. Invierten billones de dólares en la protección de datos dentro de sus fronteras organizacionales, para luego entregar esos datos, cándidamente, a proveedores externos como Mossack Fonseca.
La creciente reivindicación de transparencia propia de nuestros días rompió el eslabón más débil. Si por unos años Mossack Fonseca parecía todopoderoso en el mercado de servicios corporativos, hoy quedan solo dudas. Gobiernos, empresas y familias que se toman la molestia de invertir ingentes recursos en el manejo de su información -desde antivirus hasta sofisticados vehículos legales-, no se aseguran de que sus proveedores de confianza sigan los mismos protocolos.
Solo quienes andan de vacaciones habrán dejado de notar que Whatsapp lanzó en esta misma semana su última actualización: encriptación de extremo a extremo para todos sus chats. El sofisticado nombre y la descripción técnica convencerán a la mayor parte del billón de usuarios de la plataforma gratuita. Pero si falló Mossack Fonseca para quienes pagaron millones, ¡vaya usted a saber!
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