al mal tiempo buena cara, nos dice el saber popular. Pero cada día es más frecuente ver caras largas, preocupadas y ceños fruncidos. Cuando sentimos que las cosas no van bien, es muy difícil ocultarlo.
Hoy se sabe del efecto que tienen los gestos y caras que hacemos en nuestras relaciones humanas. Numerosos experimentos explican los ciclos de causa-efecto que producimos en interlocutores cuando expresamos alegría, pena, furia o vergüenza. Cada emoción que mostramos, por lo general involuntariamente, desencadena emociones de respuesta y así sucesivamente, con implicaciones que sería un error ignorar.