lunes, 2 de mayo de 2016

Ociosos

Un negocio es la negación del ocio, dicen ciertos diccionarios que he revisado en el pasado. Negociar y hacer negocios no es el relajante o distraído quehacer del ocioso sino la forzosa tarea de lograr que ideas y pretensiones distantes se encuentren en un acuerdo productivo. Como lo sabe todo aquel que ha hecho fortuna, no hay buen negocio que no exija una importante dosis de sudor.

Contrariando el sentido común, políticos y empresarios parecen a veces olvidar que de ellos se espera justamente eso: negociar la solución de los problemas y necesidades sociales. No obstante, en la legítima búsqueda de oportunidades, es como si quisieran que sus negociaciones se den, en lenguaje popular, a vaca.
Algunos políticos basan su estrategia y su correcta imagen (ahora que están de moda los políticos “light”) en la esperanza de que sus detractores tienen que servirles la mesa. Otros consideran que los grandes desafíos de nuestra era se pueden resolver prescindiendo de soluciones negociadas, por lo que les niegan la palabra a sus contrincantes. Bajo una concepción falaz de democracia, se rehúsan a pasar el mal rato de las duras negociaciones políticas: no quieren que se les niegue su ocio. En mayor o menor medida, en un momento u otro, todos se calzan el guante del ocio. Es el guante que decidieron no ponerse los Gandhi, Mandela, Martin Luther King Jr...
El caso de los empresarios es distinto. Las quejas porque el clima de negocios de tal o cual país se deteriora, solo tienen sentido porque el empresario, a diferencia del político, puede mudar sus inversiones al paraíso aquel del que tanto se escucha hablar, donde negociar, aquella actividad que consiste en negarse el ocio, sí sería a vaca.
Una opción apenas discutida en la modernidad pero que tiene raíces muy profundas en la filosofía clásica es, sorprendentemente, que la distinción entre políticos y empresarios o entre personas públicas y personas privadas debe dar lugar al sacrificio del ocio, al esfuerzo voluntarioso de los mejores negociadores por manejar los asuntos públicos.

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