viernes, 5 de abril de 2013

El libro de la selva

Tiempo atrás tuve la oportunidad de asesorar a un alto funcionario público joven y entusiasta.  Mi asesoría fue entonces limitada a un proyecto particular, pero pude participar en reuniones de trabajo y estrategia general.

Aunque no lo recuerdo como un gran estratega, reconozco que aprendí un par de cosas de él.  De eso se tratan las experiencias.  Recuerdo con claridad cuando una vez graficó un escenario político con un pasaje del Libro de la Selva.

Cuando Mowgli aparece, varios son los animales que deciden adoptarlo: los lobos primero, luego el oso Baloo.  Solo Bagheera, la pantera que encontró al niño y lo salvo de la muerte, evidencia dudas que en alguna forma son ratificadas por Sher Khan, el león que además lo ve con ojos de hambre: adoptarlo y cuidarlo como niño no será un problema, pero cuando crezca será un peligro para los animales.  Ahí vendrá el problema. Un gran insight estratégico.  Lo que los expertos llaman profundidad cognitiva.

En el libro del Nobel Kipling, se entiende que la profundidad cognitiva de Bagheera se debe principalmente a que, aunque solo llegue a saberlo el mismo Mowgli, la pantera nació en cautiverio y hasta que logró escapar, también logró conocer un poco de la naturaleza humana.  El león también conoce de los humanos, y sabe que les debe temer a sus armas.

Hoy leía nuevamente algo sobre los pueblos contactados.  En una nota que relata un enfrentamiento entre dos tríbus no contactadas y propone ciertos análisis al respecto. Evidentemente me interesa el tema por su trascendencia como caso de estudio de negociación (o falta de ella) y de desafío político.  Dice El Comercio:
Cuando hay enfrentamientos, los varones tanto adultos como niños, son asesinados. Esto responde a que si los adoptan cuando crezcan son potenciales “peligros” porque pueden “tomar venganza”. 
Como buenos guerreros (nos han hecho suponer que lo son), operan en base a estrategias y patrones muy claros de interacción.  Lo curioso es justamente que, si son no contactados, deberíamos entender que solo conocen de la naturaleza humana de los miembros de su misma tribu, con los que se debe entender que tienen una relación de armónica cooperación.  Ahora bien, si fuere así (solo podemos suponer), no habría justificación válida para que consideren negativa y conflictivamente a los miembros de las otras tríbus, pues no los conocen. O la desconfianza es innata.