Cuando El Comercio publica un artículo editorial, está proyectando la opinión de sus directivos sobre un tema.
Cuando el tema es polémico, no solo en este caso sino en la generalidad de los asuntos públicos, quién plantea una opinión se ve casi siempre forzado a sustentarla o justificarla, más que sea sofistícamente -por amague.
En este editorial El Comercio hace un juicio de valor, desacreditando a la clase media o al menos dudando de ciertas de sus capacidades, pero no aporta ningún elemento para sustentar esa desacreditación.
Digamos que tesis es legítima, para facilidad de análisis, pero le gana al medio una lectoría potencialmente animadversa, pues le dice a un grupo potencial de lectores -la clase media- que adolece de una serie de defectos. Y lo hace sin desarrollar esa opinión. Esto sería un error, claro, salvo que El Comercio esté convencido de que se dirige a una audiencia en la que no se identifica nadie que se considere de clase media.
(además, sobre la marcha, debo decir que es una reedición de un artículo de un columnista del mismo diario que yo mismo ya glosé)
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