lunes, 29 de agosto de 2016

Idealismo


Dicen que la paz es la excepción y no la regla en la historia de la humanidad. Por eso el mundillo de las relaciones internacionales llama idealistas a quienes creen que las naciones persiguen la cooperación y la paz. Los demás prefieren llamarse realistas.

El acuerdo entre las FARC y el gobierno colombiano nos debe animar a todos a pensar como idealistas. Aunque no está ratificado aún y sus críticos ya protagonizan nuevos conflictos, podemos hacer un balance y sacar provecho del histórico momento.

¿Qué recuerdos y aprendizajes nos deja este conflicto? Los Nobel Kahneman y Tversky mostraron que nuestra memoria no funciona como una película, registrando minutos, horas o días de nuestra vida. La memoria no es un registro continuo sino una colección de momentos. Lo sabe el que desempacando maletas no recuerda ya todas las vacaciones sino solo el accidente o el festejo, la foto familiar, material escaso pero suficiente para producir esa resumida historia que llamamos memoria. Lo sabe también el terrorista que actúa de formas tan espectaculares como desproporcionadas.

El cierre de 50 años de sanguinario conflicto parece ser un momento digno de ensalzar, para fijarlo en la memoria colectiva. Yo voy a celebrar, leer y contar cuanto pueda del esfuerzo y logro de los negociadores. Así me propongo reeditar el recuerdo que guardaré del conflicto y con el mío, el de más personas. Cuando veo los ojos de un niño escuchando una historia, sé que la colombiana es una hazaña, de las que solo pueden ser guiadas por el idealismo.

Por fugaz que parezca la paz, al igual que la felicidad, saber que nuestra memoria está compuesta por momentos nos debe servir para escoger mejor aquello que amerita ser recordado. El conflicto seguirá, renovado y cambiado. Pero el saber que el conflicto predomina no tiene por qué hacernos menos idealistas, sobre todo cuando somos libres de concentrar nuestra atención, nuestra memoria y nuestro esfuerzo hacia el futuro, con una nota más pacífica. Seamos, en fin, a propósito, idealistas, porque nuestras generaciones futuras nos lo agradecerán.

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