viernes, 10 de marzo de 2017

Hueso y carne

Comprando pescado el sábado caí en cuenta de que nos merecemos la política que tenemos. Escogí un pargo que me vendían a 2 dólares por libra, luego de ver otras opciones, más caras y más baratas. Pero ojo, que el precio de lista, aquel que muestra la balanza cuando la cacera pone sobre ella el pez entero, viene con hueso.

El pescado contiene la mitad de su peso en filete. Todo el resto es piel, espinas, cabeza, agallas y vísceras. La libra pagada trae entonces solo media libra de carne, o dicho de otra forma, cada libra de filete cuesta el doble del precio con el que nos llevan al kiosco.

Los políticos en campaña también jalan potenciales votantes con baratillos de oferta. Ofrecen cosas que son mitad verdad, o mitad mentira, como queramos verlo. Triplicar un bono, tramitar una ley sin mayoría legislativa, regalar cosas, suenan más a hueso que a carne.

Quienes venden pescado y quienes venden candidatos publicitan el precio más bajo o la oferta más espectacular, con truco. Incrementan así el número de potenciales clientes y los chances de cerrar un negocio o ganar una elección. Bola baja, congelamiento, pie en la puerta, pie en la boca, anclaje, son solo algunas mañas hoy documentadas científicamente, que comerciantes y políticos dominan con la experiencia.

Como en casa todos esperan el encebollado, la cazuela o el sudado, nadie se retira del mercado con las manos vacías. Sospechando que la casera volvió a anclarme sobre la base de un precio falaz, al regateo semanal, opté por un pescado más barato, para ahorrarme unos dólares ahora que la cosa está dura.

Lamentablemente los electores no relacionan su voto con la compra de un pescado. Como el voto no tiene valor económico, sentimos que lo podemos arriesgar, e incluso regalar; y porque vemos el futuro con sobreoptimismo, nos dejamos llevar por ofertas mentirosas, anclajes falaces y otra serie de tretas, esperando que nuestra apuesta electoral dé resultados. A la hora del voto, la combinación de esos dos factores imprime cautela, distinguiendo la carne del hueso, solamente a quienes sienten que tienen algo que perder.

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