Contratando cabilderos algunas compañías de tecnologia están liderando un novel movimiento de *quite* al regulador. Como lo reporta NYT, últimamente varias empresas jóvenes -principalmente start ups tecnológicos- se han replanteado sus estrategias a fin de evitar que las tradicionales preocupaciones de interés público se cristalicen en controles o normativa a sus innovaciones. Y ese es precisamente su propuesta final: parar en seco al regulador porque la burocracia mata la innovación.
Su vocería y su estrategia de negociación están construidas en varias etapas. Primero la inaplicabilidad de las normas existentes e incluso acusaciones en el sentido de que la autoridad estaría sobrepasando sus facultades. Estos son obviamente argumentos que para el balance de poder de nuestro país serian simplemente cándidos.
En el caso de AIRBNB las declaraciones van del super cliché argumento excluidor “There are laws for people and there are laws for business, but you are a new category, a third category, people as businesses,” que seducen pero palidecen junto al directamente burlesco “They’ll call us slumlords and tax cheats. They might even say we all faked the moon landing.”, refiriéndose al fiscal investigador.
El tema se pone bueno para el analisis estratégico ante el miedoso reclamo de los empresarios pares de la industria tradicional, según los cuales el tipo de vocería y cabildeo de los junior start ups -que por muy pequeños están avaluados en billones- está echando leña al fuego y podría derivar en nuevas y mayores regulaciones.
Los miedos parecen justificados a fiarse por la insistencia de los reguladores. No obstante, a diferencia de la industria tradicional, en este punto los emprendedores de la tecnologia se hacen fuertes en su capacidad para apalancarse en sus usuarios, típicamente adalides y activistas de la economía de la cooperación, *comunidades* y del *sharing*
En este contexto los estrategas recién contratados de Silicón Valley insisten en que pueden desmarcarse de sus pares tradicionales haciendo énfasis en que la regulación y la burocracia mata la innovación y no representa ni de lejos los intereses de una población que pueden facilmente activar mediante sus propias tecnologías.
En versión criolla esto es el paso de la pura reivindicación empresarial al poco o nada desarrollado apalancamiento tipo *advocacy* de los clientes, por un lado. Por el otro, el paso de la queja genérica sobre el rol regulador del estado, al si crucial discurso de aclaración: la formalidad y la burocracia imprimen costos que los emprendimientos no deberían soportar.