viernes, 15 de abril de 2016

Urgente vendo

Ojeando los clasificados me distraigo con el consabido “URGENTE VENDO”. Me pregunto ¿a cuál de las partes de una negociación favorece la urgencia? El análisis de la variable tiempo en negociaciones es singularmente interesante si lo trasladamos a la política regional, donde vivimos procesos de transición. Sea esto en Perú, Ecuador, Colombia, Estados Unidos o incluso Venezuela y Brasil, no son pocas ni negligibles las negociaciones para cuya concreción algunos corren y otros prefieren frenarse mientras miran el calendario.

Ejemplos cotidianos reflejan la importancia del tiempo en cualquier negociación. Para el comerciante de frutas cada hora cuenta; las aerolíneas abaratan boletos de última hora porque llevar aviones vacíos es peor negocio. Grecia está pagando 30 billones de euros adicionales de salvataje -60% del paquete completo- por demorarse en cerrar un acuerdo en 2015.

En política más que en cualquier otro ámbito, el sentido de oportunidad es rey. Las negociaciones del gobierno de Rafael Correa con eventuales inversionistas son distintas hoy que hace un año y serán distintas conforme pasen los días hasta la próxima elección. La negociación con Schlumberger pareció mala en su momento, pero la evolución del mercado petrolero indica hasta ahora que demorar ese negocio hubiera sido peor. Es legítimo preguntarse qué estaría pasando hoy si el gobierno, en lugar de haber denunciado la deuda externa en 2009 y haberla pagado en 2015, hubiera hecho lo inverso.

Es fácil confundirse y creer que existe una regla económica general para saber a qué parte negociadora perjudica la variable tiempo. Teoría y práctica muestran que cada caso es particular y que las percepciones de las partes juegan el rol más importante para definir quién obtiene ventaja. Lax, Sebenius y Subramanian, todos catedráticos de la escuela de negocios de Harvard y seminaristas del Programa de Negociación que esa Universidad lidera junto a MIT y TUFTS, destacan la que sí es una regla general: el plazo de negociación es una de las variables más desatendidas por parte de los negociadores.




domingo, 10 de abril de 2016

Whatsapp con Mossack Fonseca

Qué sorpresa nos hemos llevado todos con el caso de Mossack Fonseca. Si existen ilícitos, ilegítimos procederes o, simplemente, un nuevo episodio para nuestra sed de escándalo es algo que discutiremos algún rato. Mi pregunta es más bien ¿qué tan previsible era todo esto? En su descargo público de recomendada lectura, la firma panameña cuenta la historia de una intachable trayectoria de 40 años. Es claro que hasta hace una semana ellos se sentían infalibles.

En su libro Blind Spot, el profesor Max Bazerman describe los errores que cometen (sobre todo) los ejecutivos exitosos cuando concentrados en sus logros y en sus proyectos futuros, empiezan a desatender contingencias que pueden tirar abajo todo. Su reputación, sus activos más tangibles, su patrimonio, su futuro e incluso el de sus organizaciones.

Blind spot significa punto ciego en español. Y es justamente un punto ciego aquel que los gobiernos, las grandes corporaciones y fortunas crean cuando encargan sin beneficio de inventario el manejo de su información sensible a terceros. Invierten billones de dólares en la protección de datos dentro de sus fronteras organizacionales, para luego entregar esos datos, cándidamente, a proveedores externos como Mossack Fonseca.

La creciente reivindicación de transparencia propia de nuestros días rompió el eslabón más débil. Si por unos años Mossack Fonseca parecía todopoderoso en el mercado de servicios corporativos, hoy quedan solo dudas. Gobiernos, empresas y familias que se toman la molestia de invertir ingentes recursos en el manejo de su información -desde antivirus hasta sofisticados vehículos legales-, no se aseguran de que sus proveedores de confianza sigan los mismos protocolos.

Solo quienes andan de vacaciones habrán dejado de notar que Whatsapp lanzó en esta misma semana su última actualización: encriptación de extremo a extremo para todos sus chats. El sofisticado nombre y la descripción técnica convencerán a la mayor parte del billón de usuarios de la plataforma gratuita. Pero si falló Mossack Fonseca para quienes pagaron millones, ¡vaya usted a saber!