martes, 15 de diciembre de 2015

Hacer cumplir COP21

Todos celebran el reciente acuerdo ambiental global alcanzado en París. Por supuesto que algunos critican los detalles de su consecución: que Estados Unidos logró tamizar cierta redacción, que los países (léase economías) pequeños seguirán al servicio de los grandes, bla, bla. Para quienes algo entienden de negociación, la concreción de un acuerdo entre más de cien países, es de por sí un logro titánico.

Ahora, su implementación es aquello por lo que se firmará; el despliegue de los acuerdos en la práctica es aquello que motiva a las partes suscribientes, aún a las que redujeron su alcance. Es posible que incluso por eso mismo lo hayan hecho: para garantizar su cumplimiento. 

El NYT dedica hoy una pieza al tema. Aunque parezca la parte más compleja, negociar un acuerdo y firmar su texto son logros que palidecen respecto a conducir y garantizar su implementación. Leer esta nota nos lo recuerda.

Por supuesto que no pretendo afirmar que preferir ceder a las presiones con tal de cerrar un acuerdo sea una regla de oro. Esta entrada trata sólo un ejemplo del necesario balance entre lo sofisticado o sesgado de un acuerdo y sus chances de implementación. 

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