Ahora, su implementación es aquello por lo que se firmará; el despliegue de los acuerdos en la práctica es aquello que motiva a las partes suscribientes, aún a las que redujeron su alcance. Es posible que incluso por eso mismo lo hayan hecho: para garantizar su cumplimiento.
El NYT dedica hoy una pieza al tema. Aunque parezca la parte más compleja, negociar un acuerdo y firmar su texto son logros que palidecen respecto a conducir y garantizar su implementación. Leer esta nota nos lo recuerda.
Por supuesto que no pretendo afirmar que preferir ceder a las presiones con tal de cerrar un acuerdo sea una regla de oro. Esta entrada trata sólo un ejemplo del necesario balance entre lo sofisticado o sesgado de un acuerdo y sus chances de implementación.
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