jueves, 6 de noviembre de 2014

Nuestra economía en 2015: en-cuadrados

¿Que va a pasar con la economía ecuatoriana en 2015? La propuesta de presupuesto presentada por el gobierno hace menos de una semana en la Asamblea nacional supone que en el 2015 viviremos un crecimiento de 4.1% del PIB respecto al año que estamos terminando.  Este es un crecimiento respetable si lo comparamos con países vecinos y sobre todo importante si lo vemos a la luz de lo que pasa en economías más "desarrolladas" que ya atravesaron la brecha demográfica y que, en muchos casos, siguen aún saliendo de la última crisis financiera global.



Aún así, en las conversaciones que he tenido con muy variados amigos, persiste la impresión de que la economía se frena, que la gente está aguantada, que si y que no.  Que difícil que es hacer un buen análisis en esto: he visto a todos los expertos en sus famosas presentaciones y más parece que siguen presentando exactamente los mismos pronósticos todos los años.  Para la práctica de la negociación, e inclusive más ampliamente para la de los asuntos públicos en general, resulta de fundamental importancia entender por que, según las personas y el marco de referencia desde el que se vea, la misma cosa (en este caso la economía), puede parecer blanca o negra, grande o pequeña, bonita o fea.

Sin duda, escribir sobre este tema obliga a aclarar ciertas premisas.  La primera es que la opinión de cada grupo (si aceptamos que existe la "opinión pública"), es tributaria de sus prejuicios, de sus grupos cercanos, del ambiente y la realidad material en los que vive, entre otros factores.  Los ejemplos típicos de esto son el caso del individuo que siendo activista político y haciendo propios los prejuicios de su partido, responderá sin duda de una forma determinada a la pregunta sobre como avanza la economía, en función de si su grupo ostenta y se beneficia o no del poder y el andar de la economía le puede ser más o menos atribuido.  Esto en menor medida también sucede en el caso de los grupos que sin ser activistas, reproducen determinados criterios en sus actividades y conversaciones (como lo traté en este viejo artículo para El Universo), que se cristalizan ineludiblemente en sus opiniones posteriores sobre determinados temas.

Otro hecho curioso que merece aclaración está dado porque la respuesta de cada individuo a la pregunta típica sobre el estado de la economía, también responde a los estímulos a a los que sea sometido en los minutos y horas antes de que le formulen la pregunta -es el ejemplo de escuela de "priming"al que estamos todos sometidos por nuestro ambiente, y que afecta nuestra conducta de forma involuntaria.  Sabemos que desde el clima hasta la sonrisa de una persona al saludar, pueden afectar de determinadas maneras nuestro comportamiento y nuestras opiniones.

Por último, como es obvio, la forma en que se presenta la pregunta es igual o más importante que todas las consideraciones anteriores.

El efecto encuadre es uno de los fenómenos psicológicos más impresionantes y también más ampliamente analizado entre expertos.  Tiene aplicaciones tan diversas que es pasmoso: desde la diferencia puramente "sensorial" que perciben dos personas que, siguiendo el experimento que les requiere meter su mano derecha en agua tibia, describen una temperatura diametralmente distinta por el solo hecho de haber metido justo antes esa misma mano en agua helada, la una, y agua hirviendo, la otra, hasta el hecho mismo de que las personas no sienten ni responden lo mismo cuando se les pregunta si prefieren perder 10 dólares sin ni siquiera tenerlos en sus manos, que dejar de ganar ese mismo monto.

En el caso de la economía, me pregunto si el hecho de que tuvimos en años anteriores crecimientos equivalentes al doble del dinamismo económico que vivimos hoy en día, puede ser asemejado al efecto de la temperatura del agua.  Asumo que si me acostumbré a tener un flujo de dinero mayor, una mayor demanda, y ahora la rotación de mis productos o servicios ha disminuido a la mitad, no importa si sigue siendo el mío un gran negocio comparado con los negocios idénticos en países pares, por ejemplo, lo importante es que mi caja se mueve a la mitad de la velocidad que el año anterior o un año antes de ese.

Así, el 4.1% de crecimiento anual no significa mayor cosa en lo abstracto, más que sin duda un freno de varios puntos respecto al momento de mayor crecimiento de nuestra economía en las últimas décadas, que fue el de casi 8% en el 2011.  Si nuestra economía hubiera estado estancada hace dos años, y viniéramos de subida llegando al 4.1% de crecimiento con mucho esfuerzo y cada día con más plata en los bolsillos, sentiríamos sin duda que vamos volando.  Y esas son, sin duda, realidades que los políticos más hábiles saben explotar, aunque poco hemos escuchado en estas ocasiones del Presidente Correa.

Pensando en estas cosas, hice dos gráficos que buscan mostrar otro tipo de encuadre, tema que me llama mucho la atención porque es justamente en el lenguaje gráfico en el que más no comunicamos hoy en día en estos andares profesionales y, a la vez, aquel formato respecto al que menos cautelosos nos mostramos en el análisis.


Y claro, es evidente en el cuadro que el 4.1% de crecimiento que proyectaría Ecuador para el año entrante es razonablemente alto dentro del grupo de cuatro países ejemplificados.  Y aunque no se ve en el gráfico, y por lo tanto no se integra en nuestro análisis más inmediato, debo entender que cualquiera de esos países viene de una historia de desarrollo económico distinto: por ejemplo el que mayor crecimiento mostraría en esa tabla (PAIS1), puede estar aún en un momento de expansión, lo que significaría buenas noticias para los bolsillos de sus ciudadanos; o puede estar llegando a su pico y presto para caer a picada, lo que no significaría lo mismo para los hogares.  Cada situación es distinta, pero el gráfico encuadra y sesga ineludiblemente gran parte de nuestro análisis haciéndonos ver, en fin, que Ecuador (PAIS3), estaría dentro de la media alta del ejemplo.

Una alternativa gráfica que, sin mostrar exactamente lo mismo, enseña con claridad lo que se percibe en el ruido social y en la conversación de taxi hoy en día (esto es, en fase con esta nota, el ruido y la conversación de taxi a la que yo estoy expuesto), permite entender mejor la mitad del dinamismo económico de hace un par de años, y se vería algo más parecido a esto:


No dudamos que, venido el momento, el gobierno y los opositores sabrán aprovechar este tipo de coyuntura para comunicar mejor -o más bien, lograr un mejor efecto de su comunicación- ante las masas: aprovechando aquellas taras que son propias de nuestra mente.  No sería la primera vez ni la última y hay mucho que aprender: ejemplos hay 1, 2 y 3.

Dicho todo esto, reflexiones como estas no desconocen que, sin duda, existe mucho ruido político y algo de eso puede ubicarse a la base de las decisiones más o menos agresivas de inversión de los agentes económicos, que son al final del día los principales determinantes de un mayor o menor crecimiento.  En esto también hay fenómenos de volverse loco, como la medida en que una simple profecía puede autocumplirse por el solo hecho de que suficiente masa crítica de agentes económicos crean que puede suceder.  De otro lado, esta nota no prejuzga tampoco del hecho que el gobierno mismo reconoce que su capacidad para hacer inversión pública se ha ido mermando a través del tiempo y que en las condiciones económicas actuales del país, no va a ser tan maravillosa como la de otros momentos, como también se ve afectada por los determinantes de la economía internacional, incluido el precio del petróleo.

Así, la presentación de la proforma presupuestaria del país, si quisiéramos leerla a través de un prisma de análisis consciente de las tretas que nos juega nuestra propia mente "en - cuadrandonos", nos estaría diciendo que la cosa no va tan mal, solamente menos bien que hace un par de años.





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