"Por ejemplo, la juventud es un sector que, de acuerdo a su análisis, pareciera considerar “anacrónico” al régimen democrático. Habermas considera que el hecho de que los jóvenes entre 18 y 24 años no fueron a votar masivamente, es un indicador de que la democracia es considerada “anticuada”, por el simple hecho de que las decisiones económicas básicas de la UE no se toman democráticamente. Además, sostiene que en un contexto en el que el poder de la Unión se basa en que los intereses de cada Estado nación se bloquean mutuamente, la respuesta correcta sería la transnacionalización de la democracia. Pero, afirma, ya nadie cree en eso."
sábado, 23 de julio de 2016
miércoles, 13 de julio de 2016
Espejos
En Carondelet hay pocos espejos. Los he visto en los baños, pero supongo que los tomadores de las decisiones más importantes de nuestro país no alcanzan, por el trajín en que andan, a verse en ellos.
Parece haber excepciones. A veces alguien se alcanza a ver en el espejo y descubre en su fisionomía, en la fisionomía del poder, en los contornos del mismo Estado, cuántas cosas han pasado en estos casi diez años de gobierno.
Al igual que nos sucede a todos, por unos días toma fuerza la idea de hacer un régimen, una dieta, un cambio de hábitos, bajar unas libras, cambiar el corte o el estilo, en fin.
El 15 de diciembre pasado alguien en Carondelet se vio en el espejo y envió a la Asamblea un proyecto de ley. El proyecto de Código Orgánico Administrativo reforma competencias y estructura de las instituciones creadas y reguladas en nada más y nada menos que 8 leyes: Ley de Empresas Públicas, Ley de Control de Poder de Mercado, Ley de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional, Ley Orgánica de Comunicación, Cootad, Ley de Telecomunicaciones, Ley de Compañías y Código Tributario.
Dicho de otra forma, de aprobarse, el proyecto de ley que refiero le dará un cambio de estilo, una “peluqueada” al andamiaje legal vigente, quitando a superintendentes y otras autoridades competencias particularísimas, a veces inéditas, propias de las variopintas motivaciones políticas que durante los últimos años justificaron leyes para su creación.
El proyecto supone que todos tendrán que someterse a un procedimiento idéntico para revisar los casos que les sean sometidos, segando los procedimientos y tribunales especiales. Pero no ha avanzado en la Asamblea, en una muestra de que luego de aquel vistazo en el espejo, quien lo redactó e impulsó se olvidó de su motivación inicial y lo dejó en el olvido.
Si puedo pretender que este artículo sea leído por las autoridades cuyas competencias entrarían a cintura de promulgarse esta ley, estoy seguro de que su trámite y aprobación no se aceleraría; quizá empezaría a tener públicos y activos detractores.
Presente continuo
Me dice que está empezando. Que está haciendo. Está avanzando. Está resolviendo. Luego asegura que está terminando... Eso de que las cosas están pasando sin condición de tiempo, a mí me parece una odiosa conjugación. Es una muletilla que algunos usan, incluso en plural, para despersonalizar más su (falta de) acción individual: estamos revisando...
Un amigo me dice que la conjugación se llama técnicamente presente continuo. La usan con frecuencia funcionarios del sector público, sometidos seguramente a las estructuras burocráticas del Estado. Hasta el presidente la usa. Pero también se escucha en nuestras casas y nuestras empresas privadas. Escucharlo es para mí una justificación de ineficiencia, como también lo es de incapacidad para asumir responsabilidades.
Dicen que la acción en el gerundio no está definida ni por el tiempo, ni el modo, ni el número, ni la persona. En el presente continuo aparece la persona, pero todo el resto sigue indefinido, como prefiere dejar las cosas quien conjuga así el verbo para tareas que deberían tener corto plazo de ejecución.
De Gutenberg a Zuckerberg
pasamos de la época en que unos pocos guardaban y controlaban los flujos de información, pasando por Gutenberg, para llegar a la era de Zuckerberg. Ahora todo conocimiento circula, todo se sabe.
Los ejecutivos de Petroecuador, Volkswagen o Balsasud, tres empresas muy distintas que enfrentan crisis, escándalo y exigencias judiciales por estos días, deben resolver con nuevos medios lo que hacían a su manera las viejas instituciones: explicarse ante el Senado, enviar mensajeros a recorrer leguas para propagar su verdad, negociar con sus interlocutores, gestionar alianzas. Propagar; de hecho, el verbo del que proviene la palabra propaganda, surge de las prácticas del catolicismo en su mejor época.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)