miércoles, 11 de junio de 2014

La pugna virtual sobre la pugna real

Ya hace años un par de gobiernos centroamericanos se peleaban porque los límites de sus territorios no coincidían en Google Maps con los de sus registros físicos. 

La distancia entre la realidad virtual y la "material"(?) solo puede equipararse (y muy presuntuosamente, reconozco los límites de la comparación) con la distancia de opiniones entre dos extraños que hablan idiomas distintos aprendiendo a entenderse y comunicarse. 


Donde están los puntos de contacto entre la realidad material y la realidad virtual en un tema como la definición de límites territoriales entre dos países?

Cómo negocian entre sí sus diferencias esos dos mundos? Acaso en la voluntad de quienes encargan los trabajos de programación? Acaso en la voluntad de los programadores? Y luego, a instancia de K.Kelly, cuando ya está construido un sistema y ópera con cierta autonomía, a instancia del mismísimo robot? Cuales son y cuales van a ser a futuro las formas de influir en un sistema cuando sus resultados produzcan divergencias entre personas o grupos? En otras palabras, cuales van a ser las implicaciones de influir en un sistema (o no hacerlo) para la vida cotidiana de quienes lo utilizan o ven sus actividades afectadas por el mismo? 

Es a la postre para mi también un problema que puede ser analizado desde lo que nos enseña la negociación. Ya los autores de ciencia ficción anticipaban desde hace siglos cosas como las que los cinefilos han visto en Metrópolis o Terminator, en Minority Report o Wall e, conflictos cuyas características no podemos aún ni imaginar, pero que tendremos que resolver. 

Por el momento el caso de Google y los debates sobre privacidad en acceso a datos siguen siendo de los más paradigmáticos en el debate público. Aunque el primero concernía más directamente a las autoridades, ha sido en el segundo en el que más regulaciones se han producido. Y sorprendentemente muchas decisiones de orden público se han tomado últimamente bajo el criterio de que las tecnologías son neutras y que garantizar su expansión no respalda ideologías y es por ello un objetivo loable. 

En días pasados se sumó a estos debates una negociación simpática a la que se vieron abocadas las principales firmas de relaciones públicas del mundo, justamente para salvaguardar su imagen. 

FH, B&M y otras han acordado ceñirse a un código de ética en su trabajo de edición de la info que sobre sus clientes se publica en Wikipedia. Este acuerdo es sin lugar a duda, es una respuesta a la creciente desconfianza de los usuarios de la web sobre la información que aparece publicada sobre marcas importantes en portales de edición pública, supuestamente imparciales como consecuencia de su carácter abierto y colaborativo. 





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