Ese es el slogan de una campaña publicitaria que tuvo que morir joven. Y tuvo que morir no porque fue mal pensada sino porque su público objetivo cambió su forma de pensar conforme fue pasando a las filas del consumidor satisfecho.
Una empresa inmobiliaria lanzó esa campaña hace unos diez años. "Viva como aniñado y pague como chiro". Cuenta el gerente de la empresa que a los pocos años, quienes habían comprado sus viviendas atraídos por ese slogan, empezaron a reclamar que no eran ningunos chiros, y pedir que se cambie el slogan.
Me parece un ejemplo interesante sobre como las percepciones son cambiantes. Los valores propios de un hogar que busca vivienda no son los mismos que los de un hogar que ya tiene vivienda propia. Un hogar de propietarios. Además del aprendizaje para quienes enfocamos mensajes, creo que también hay un aprendizaje para quienes analizan derivaciones culturales del consumo.