El discurso de Correa en Poitiers es una muestra sobre todo de su auto confianza: sabe que algo conoce de los europeos y le saca provecho con seguridad en si mismo a ese conocimiento. Se sabe también capaz de modular su discurso para cada tipo de auditorio y lo hace: primero para foros ilustrados de profesores y estudiantes, luego en UNESCO, también en compañía de Hollande y finalmente, de paso, ante empresarios e inversionistas. El discurso correista en Francia se lleva por largo el mayor peso conceptual de la doctrina del presidente ecuatoriano.
Que es necesario cambiar el orden mundial parece que ha sido el grito de orden en todas las charlas de Rafael Correa ante foros informados franceses. Es justo colocar al "ser humano sobre el capital", reiteró, sosteniendo enfáticamente que los gobiernos electoralmente legítimos de hoy en día son a veces tratados por los organismos internacionales y sus países líderes peor que las dictaduras latinoamericanas del siglo pasado.
Correa sabe del tema, porque Europa ha sido tierra receptiva para las diasporas producidas como consecuencia de varios gobiernos autoritarios o dictatoriales en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile principalmente. Y el estudió en Europa, se codeó con europeos y otros latinos emigrantes, de primera o segunda generación, y finalmente se casó con una belga. En las escuelas de ciencias sociales de ese continente se estudia con mucha atención el famoso carácter autoritario y personalista de los "caudillos" -léase con castellano y acentito de europeo-, así como se critica activamente a las élites de "criollas" -nuevamente, léase con el acentito. En los estudios europeos sobre el desarrollo, una de cuyas escuelas principales es la que Correa adoptó en Lovaina-la-nueva, se critica a las elites latinoamericanas que se vincularon con el colonialismo europeo. Y se critica a esas primeras sin criticar al segundo.
Y a ese segundo, al colonialismo europeo, luego norteamericano, Correa también le dispara en sus vertientes más modernas de influencia "soft": actores de la política no gubernamental que según el Presidente quieren imponer su política pública, no al petróleo, no a la minería, usted tiene que hacer esto, usted tiene que hacer lo otro, y son recibidos hasta en Washington". Lo que él y su doctrina propondrían son "grandes sociedades" en lugar de "grandes mercados", según palabras de él mismo.
Por último, cuando correspondió entonar el registro pragmático que bien gusta al empresariado, el Presidente pudo modular su voz y logró componer algunas palabras consonantes que juntas como aquí, no había escuchado de el antes: "No somos estatistas, somos un gobierno de izquierda moderna, nuestro gobierno garantiza la inversión y la propiedad privada".
...pero...aquella que se someta al ser humano, entiendo.