jueves, 5 de noviembre de 2015

Haz lo que te de la gana


Sin duda todos escuchamos alguna vez de nuestra madre el famoso “haz lo que te dé la gana”. Hoy puede sonar como un simpático recuerdo, pero cuando éramos niños, e incluso adolescentes, la frase tuvo su gran peso en nuestras decisiones.


Personalmente, el recuerdo se relaciona con la discusión sobre algún permiso para salir, viajar con amigos a la playa o regresar tarde de una fiesta. En medio de las negociaciones siempre aparecía, de forma sorpresiva, este sofisticado dispositivo para precipitar el cierre de la charla. Debo reconocer que algunas veces no hice lo que mi madre esperaba, pero reconozco también que me encontré sintiéndome incómodo por ello, preguntándome el porqué.



Siempre me intrigó el efecto psicológico inverso que causaba una frase tan sencilla como “¡haz lo que te dé la gana!”. Ahora, con la experiencia profesional, he llegado a entender estas cosas un poco mejor. No por ello ha dejado de impresionarme el efecto de la citada frase, o su aptitud -digamos a la vez liberadora y comprometedora- para cerrar abruptamente una discusión.