La semana pasada fui parado por un vigilante por, supuestamente, ir hablando por teléfono mientras conducía.
En efecto creo que pude haberlo estado haciendo.
Cuando me orillé opté por enfrentar la negociación de mi citación con frontalidad y auto confianza. Después de todo, no era mucho lo que se encontraba en juego.
Saludé, bromié, acerqué en fin al oficial a mi lado de la historia. Una lado afable y responsable pero que por un descuido sería penalizado desproporcionadamente. Respecto al riesgo que la sanción buscaría prevenir en un futuro. Luego vigilante se alejó afirmando que de todas maneras seria multado.
Cuando estuvo frente a su boletín de citaciones, me puse nervioso viéndolo por el retrovisor. Casi quise bajarme y acercarme para ampliar la negociación. Pedir una multa menor? Pedir hetereamente que "me ayude? Me abstuve.
Al poco rato volvió sin citación alguna y devolviendome mi licencia me dio un consejo de precaución.
El relato tiene sentido para este blog en tanto y cuanto los segundos en los que dudé si acercarme y reactivar la negociación pueden ser vistos como el momento en que pude haber cometido un error. Error como el que, en una negociación de tu agenda que puede representar varios millones de dolares, no debes cometer; y que este blog está destinado a ayudarte a identificar, categorizar y evitar, cuando no convertir en una oportunidad.
Si me acercaba a comprometer, ofreciendo algo mas que la amabilidad que demostré en un inicio, quizá hubiera salido con un balance menos deseable que el que obtuve conteniéndome y creyendo en mi estrategia inicial.